Los dirigentes de una cárcel de Argentina permitían a los presos salir a atracar
miércoles 22 de octubre de 2014, 12:32h
Sintió que se cerraba una etapa, pero no del todo, ya que afuera debería seguir cuidándose igual que adentro . Es que, cuatro meses antes (a fines del año pasado), había hecho una nueva denuncia por corrupción contra jefes penitenciarios, en el Juzgado Federal N° 1. Allí había dejado en claro que, si algo le pasaba, el culpable era el alcalde del penal donde estaba .
Poco antes de salir confirmó sus temores.
“Yo que vos agarro tus cosas de tu casa y me voy a la mierda” , denunció el ahora ex preso que le dijo el alcalde en el Complejo 1 de Ezeiza.
“Tus declaraciones comprometieron a muchos compañeros. Tenés una mira láser en la frente” .
Trapanesi salió en libertad hace seis meses. Cargaba con un mote – “denunciero” o “frutero” – que los penitenciarios le ponen a todo preso que presenta denuncias. Pero él es todavía más que eso: es uno de los pocos sobrevivientes de una causa símbolo de la corrupción penitenciaria, la de los presos que salían de la cárcel a robar en complicidad con guardias del Servicio Penitenciario Federal (SPF).
A aquellos ladrones se los conocía como la “Banda de Niños Bien”, porque casi todos eran de barrios de clase media. Hoy, la mayoría están muertos o viven amenazados .
Trapanesi recuerda y saca cuentas en la Plaza Los Andes, de Chacarita, donde hace veinte años paraba con sus compañeros de robos. “De esa banda que salía de Caseros fallecieron seis pibes. Era toda gente que podía comprometer al Servicio”, le dice a Clarín .
Los muertos fueron Miguel Angel Arribas (1999), Maximiliano Gastón Noguera (2000), Walter Benítez (2001), Gonzalo Yacobusi (2002), Emanuel Aquino (2003) y Daniel Rolón (2007). Todos formaban parte del grupo que sabía lo que ocurría en Caseros . Algunas de esas muertes – todas, violentas – produjeron otras, como las de Carlos Sánchez Tejada y Lucas Carrizo (2003).
Noguera se había fugado de Devoto en 1998 junto a Luis “El Gordo” Valor. El SPF lo veía como un preso respetado. A él contactaron, estando prófugo, para formar una banda mixta de presos y penitenciarios . Trapanesi cuenta que Noguera escribía en un papel la lista de presos que iban a salir . Todos estaban en el sector 14 B de Caseros y eran “del rancho de Chacarita”. Sus integrantes vivían o paraban en ese barrio y Noguera los conocía de la Plaza Los Andes.
Se calcula que los presos salieron a robar unas diez veces, siempre los fines de semana . El dinero que les tocaba por los robos, declararon luego ante la justicia, lo recibían sus familiares. La otra parte, denunciaron, se la quedaban los guardias .
En la madrugada del 18 de julio de 1998 todo salió a la luz. Un Renault Clio llegó al restorán Dolli, en Palermo, frente a Canal 7. Tres hombres armados intentaron entrar al local y un cabo de la Policía Federal, Rubén Juárez (26), se los impidió. Los ladrones lo acribillaron. La investigación determinaría que la banda estaba compuesta por un penitenciario –Cristian Franco– y dos ladrones que, ese día y a esa hora, debían estar durmiendo en una celda de Caseros .
En la causa fueron acusados 17 guardiacárceles, pero el único condenado fue Franco. “Que se comunique al director del SPF que está acreditada la salida de internos alojados en dicha institución para delinquir en connivencia con funcionarios de ese servicio ”, dijo en su sentencia el Tribunal Oral en lo Criminal N° 5. Pero la investigación murió allí, a pesar de que siguieron pasando cosas .
“Después de lo de Dolli comenzó todo. Vinieron y nos dijeron: ‘Ojo con lo que hablan porque afuera están sus familias’. Desde ese día comenzó nuestro calvario. Muchos tenemos problemas físicos y psíquicos por saber cosas. Los familiares de los compañeros muertos fueron amenazados personalmente cuando denunciaron los homicidios. Y nunca se dio una explicación de lo que realmente ocurrió”, señala hoy Trapanesi.
El primero en morir fue Miguel Angel Arribas: el 20 de abril de 1999 lo baleó por la espalda un guardia del SPF en plena calle Paraguay, cuando supuestamente intentaba huir; el 4 de enero de 2000 apareció estrangulado en su celda Maximiliano Noguera; el 7 de enero de 2001 hallaron ahorcado en otra celda a Walter Benítez; el 10 de julio de 2003, Carlos Sánchez Tejada –el preso que denunció haber sido enviado por guardias a matar a Noguera– recibió 36 puñaladas en el penal de Ezeiza; su compañero de celda, Lucas Carrizo, apareció ahorcado en agosto de 2003, a días de salir libre; a Emanuel Aquino le pegaron 14 cuchilladas en Devoto el 23 de agosto de 2003; y en diciembre de 2007, en una supuesta pelea, fue asesinado Daniel Rolón en Marcos Paz.
En 2007 Trapanesi estaba en la Unidad 6 de Rawson. Sus denuncias habían generado allanamientos en la enfermería y en la cocina de la cárcel. Un camión de traslados lo llevó a Marcos Paz, donde doce penitenciarios lo golpearon hasta hacerle perder el bazo. “Estoy en libertad, pero por lo que me hicieron no puedo conseguir un trabajo ”, dice. En 2009 lo enviaron al penal de Ezeiza. El juez Sergio Delgado había resuelto alojar allí a los presos en peligro por la causa Caseros. “El 18 de diciembre entraron a los tiros y a las puñaladas. A Verón y a mí nos dieron en las piernas. Eran balas de 9 milímetros. Denunciamos en el Juzgado Federal de la jurisdicción”. Hasta hoy, no pasó nada.