La educadora infantil insultaba a los pequeños, los castigaba sin comida, los ataba a las tronas para obligarlos a comer con la boca tapada o incluso les forzaba con cinta adhesiva para no oírlos. Todo esto es lo que estaba ocurriendo en la guardería donde trabajaba la inhumana Aránzazu G.A.
La mujer en cuestión, de 47 años, ha sido condenada por el Juzgado de lo Penal número 16 de Madrid a 15 meses de cárcel y la inhabilitación para el ejercicio de su profesión durante el tiempo que dura la pena como consecuencia de las brutales vejaciones causadas a los niños.
La fiscalía, por su parte, pedía dos años de cárcel por maltratar a menores de dos y tres años de edad.
En la sentencia emitida el Juzgado se la condena como autora, criminalmente responsable, de un delito continuado contra la integridad moral, con el agravante de abuso de superioridad y el atenuante de dilaciones indebidas.
“Mamá me hace daño”
El Juzgado considera probado que la profesora sometió a diferentes malos tratos de manera continuada a los niños que tenía a su cargo, como el caso de una niña a la que la que ató a su silla con cinta adhesiva, la zarandeo y le puso también cinta alrededor de la boca para que la pequeña no pudiera gritar.
Profería insultos a los niños como “eres tan tonta como tu padre” o que no le extrañaba su comportamiento “teniendo un padre tan pijo”.
A otro de los menores, de dos años de edad, le puso un vaso de zumo delante y cinta adhesiva en la boca para que no pudiera beber como castigo por haberse portado mal.
Este niño en concreto contó a sus padres que su profesora les pegaba en las rodillas y en los talones.
Otro de los niños dijo a sus padres que la mujer ataba a sus compañeros con cinta aislante y les pegaba.
Testigos silenciados
La cocinera de la escuela testificó haber visto a la profesora insultar a un niño y castigarle sin comer. También presenció cómo se sentaba sobre otro en una silla, le agarraba y le tiraba al suelo, donde se sentó de nuevo sobre él. Al día siguiente, vio a ese mismo niño atado a la trona con cinta adhesiva.
Otra profesora del centro también certifico que escuchó a Aránzazu insultar a los menores y que los llego a ver atados. Qué pena que tengan que ser unos niños los que alerten de estos comportamientos ante los ojos impasibles de quienes no les protegen salvo para proteger su puesto.
Por pequeño que sea su hijo escuche, no siempre tienen la culpa...