El incendio se declaró sobre las seis de la madrugada, hora de China, momento en el que había unas 300 personas trabajando en el interior del matadero.
Según la agencia de noticias china Xinhua, “alrededor de cien trabajadores pudieron escapar de la planta, cuya puerta estaba bloqueada en el momento del incendio”. “La complicada estructura interior del matadero en que se declaró el incendio –proseguía– y la estrechez de las salidas han añadido dificultades a las labores de rescate”. Y es que, según la agencia, en China es habitual que las salidas de emergencia estén bloqueadas por “criterios de eficiencia”. “Con las puertas cerradas, los trabajadores no pueden pasear libremente y, por lo tanto, se concentran en su trabajo”. Las autoridades locales abrieron, acto seguido, una investigación para determinar las causas del incendio, y es que China es uno de los peores países en materia de seguridad antiincendios, con antecedentes en la lista de desgracias como el fuego de una discoteca de Shenzen, localidad fronteriza con Hong Kong, en el que un total de 44 personas fallecieron en 2008. En este caso, un alto mando policial fue detenido por haber aceptado sobornos para autorizar que el local se abriese sin licencia.
Otro caso, bastante grave, se produjo a finales del año 2000, cuando se produjo un incendio en la construcción de una discoteca en un centro comercial de la ciudad de Luoyang. A causa del fuego y de las inexistentes medidas de seguridad, murieron 309 obreros.
Los familiares exigen respuestas
Los familiares de las víctimas no se han quedado de brazos cruzados tras el horrible suceso, y han llevado a cabo protestas en la ciudad de Dehui, manifestándose en las carreteras interrumpiendo el tráfico.
“No creo que la seguridad haya sido gestionada de forma correcta. Esto no debería pasar nunca más. Han pagado el precio con su sangre. La falta de supervisión se encuentra detrás de muchos de los grandes desastres de China”, declaraba Zhao Zhenchun, un hombre que perdió entre las llamas a su mujer y a su hermana.
Las leyes de regulación de la seguridad son fácilmente eludidas por los dueños de locales y fábricas, pues el pago de sobornos por parte de los empresarios y el hecho de aceptarlos por parte de las autoridades es una práctica más que habitual. “Trágicamente, la mayoría de las inspecciones llegan habitualmente después de un desastre como éste”, se lamentaba Geoffrey Crothall, experto en derecho laboral y miembro de la ONG China Labour Bulletim.