Confiado, orgulloso y otras perlas le han soltado sus fieles a este pastor, que negó a que le inyectaran el antídoto contra el veneno después de sufrir una picadura de serpiente.
El nombre en cuestión de este párroco era Jaime Coots, que acostumbraba a manejar serpientes durante sus sermones, pues pensaba que los reptiles tenían un efecto sanador.
El hecho de que manipulase estos animales durante la misa se convirtió en un aliciente para que los fieles acudiesen a su Iglesia.
Coots había sufrido hasta ocho picaduras, según ha declarado su propio hijo, por lo que no pensaban que en esta ocasión se tratara de algo grave. De hecho, tras sufrir la picadura en la iglesia de Middlesboro, el predicador se fue a su casa como era habitual, después del sermón y haciendo caso omiso de los servicios médicos, que insistían en que la situación era muy grave.
El predicador decidió no inyectarse el antídoto que podría haber combatido el efecto del veneno en su cuerpo. Coots se mantenía firme en su decisión, puesto que su fe le salvaría porque "Dios me protege de todos los males".
El pastor fue hallado sin vida en su domicilio pocas horas después, tras no contestar a las llamadas de sus más allegados y a la preocupación de su hijo tras el incidente con la serpiente.
Parece que esta vez, Dios no estaba mirando.