"Por culpa de no estar legalizada en España la eutanasia, he tenido que hacérmela yo" escribió Isabel Olaso antes de pedir a su hijo que acabara con su vida. Los fuertes dolores de espalda y la gran úlcera en la pierna por diabetes habían provocado que la mujer llevara diez años sin salir de casa.
Además sufría de paranoia con ideaciones persecutorias que focalizaba contra los médicos. Isabel tenía claro que no quería seguir viviendo. Por eso, aquel día se acicaló, bebió una gran cantidad de brandy y le confió a Ignacio Sánchez Olaso, de 42 años, la trágica tarea.En un primer momento le colocó una bolsa de basura para asfixiarla. Cuando la mujer trató de llevarse las manos a la cabeza, el hijo lo impidió y le puso una segunda bolsa. Esperó a que dejara de respirar y se quedó velando el cuerpo para evitar que nadie la encontrara y tratara de reanimarla.
Más tarde, llamó a la Policía para informarle de lo que había sucedido. Su confesión ha rebajado la condena. Ademas, el tribunal ha considerado que lo hizo guiado por el "cariño y respero" que sentía hacia su madre, por lo que sostiene que se trata de un delito de asistencia al suicidio. De esta manera, Ignacio se libra de los seis años que pedía el fiscal y podría no ingresar en prisión pues se le ha impuesto una pena mínima.