El Tribunal les impone penas que van desde los ocho meses a los tres años y tres meses de cárcel. El beneficiario, un empresario libanés, recibió finalmente el órgano de su hijo.
Una de las clínicas privadas más prestigiosas de la capital, Nueva Delhi, está salpicada por el tráfico de riñones. Eran comprados a precio de risa a familias pobres y después se vendían por grandes sumas en el mercado negro.