Tal y como te hemos contado este jueves a primera hora, Antonio González Pacheco, alias 'Billy el Niño', ha fallecido a causa del coronavirus. Una noticia que, pese al ansia de justicia de la veintena de personas que decidieron querellarse contra sus atropellos el pasado verano, ha sentado como "un jarro de agua fría", ya que finalmente "no se ha hecho justicia". Así nos relataba una de sus víctimas su encuentro con el conocido expolicía en su época 'dorada' mientras que otra nos cuenta cómo ha recibido la buena nueva...
Antonio González Pacheco, alias 'Billy el Niño', ha fallecido "habiendo vivido una vida al margen de la ley", comenta una de sus víctimas, cuyo nombre no ha querido facilitar por represalias de su entorno más cercano. Comenta que la noticia ha supuesto "un jarro de agua fría", ya que al final no ha cumplido condena por "ninguno de sus atropellos".
"Aún tengo pesadillas"
"Fíjate los años que han pasado, y aún tengo pesadillas", confiesa nuestro interlocutor. "Recuerdo perfectamente su cara frente a la mía, muy cerca, y esos ojos llenos de ira. No le deseo el mal a nadie, y lamento su muerte, porque los pecados se pagan en vida".
Un relato que nos recuerda la experiencia vivida por el exparlamentario y concejal del PSN-PSOE, José Luis Úriz Iglesias, quien nos contaba en primera persona cómo fue su encuentro con el conocido expolicía a tenor de la decisión de la Mesa del Congreso el pasado mes de febrero, cuando daba el visto bueno para que viese la luz el expediente de la concesión de las medallas a González Pacheco, pese a que finalmente se rechazó hacer pública la “hoja de servicios” del torturador.
Aquí os dejamos el texto íntegro para que conozcáis un poco mejor los métodos y las vivencias de una víctima contadas en primera persona:
Yo fui torturado por 'Billy El Niño'
Yo fui torturado por José Antonio González Pacheco, alías Billy El Niño en 1970. Fue en mi época de lucha anti franquista, militando en el PCE en sus dos vertientes, la sindical a través de CC.OO. de Artes Gráficas, y estudiantil, en la Escuela de Telecomunicaciones de la Complutense.
Hoy nuevamente su negra sombra se abate sobre mí, mientras leo la noticia del voto en contra de PSOE y Podemos (de mi izquierda) en la junta de portavoces del Parlamento, a una propuesta para que se haga pública la hoja de servicios de mi torturador.
Por eso si aún les queda un atisbo de vergüenza les animo a que lean estas líneas, que son mi testimonio en primera persona, escritas desde lo más profundo de mi ser, indignado, avergonzado, dolido.
En 1970 se estaba discutiendo el Estatuto para la Politécnica, y la izquierda lideró esa lucha, yo era representante de Teleco, y después de una reunión clandestina en Caminos, al salir camino del autobús paró bruscamente un Seat 124 negro a mi lado, supe enseguida qué suponía aquello, bajaron dos policías de la Brigada Político Social, uno de ellos era “Billy el niño”.
Creo que nunca se borrará de mi mente aquella cara. Ahora la he vuelto a ver de nuevo al saber este acto de traición, vuelven a mí los recuerdos de aquellos interminables días en la DGS, en la Dirección General de Seguridad de la Puerta del Sol.
Aquel tétrico edificio que aún me da escalofríos al pasar delante, por más que ahora sea la sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid.
En el camino unas cuantas, muchas, hostias, casi todas venidas de Billy, especialmente cuando me quejé de que las esposas me hacían daño, y el aviso de lo que vendría después.
Reconozco que no fue miedo lo que sentí, quizás porque mis convicciones ideológicas eran tan profundas que estaba preparado para ello, era una mezcla de rabia, impotencia, e incertidumbre. Luego recuerdo que ya en la tenebrosa celda mi única inquietud era que mi madre estaría preocupada porque no llegaba a casa, y así era porque en aquel tiempo cuando te detenían simplemente desaparecías.
Menos mal que una persona muy próxima a mí, que también militaba en el PCE de Standar, imaginaba dónde podía estar y se lo advirtió ya de madrugada, por eso acabaron las dos en la DGS descubriendo que me encontraba allí después de recorrer todos los hospitales y Casas de Socorro de Madrid.
En ese lugar, en mi soledad, me preparé para lo que venía, había leído las instrucciones que nos daba mi partido, y por nada del mundo podía dejar de dar la talla, ni podía, ni debía “cantar” nada, porque de eso dependían otros camaradas, y aguanté, aguanté duro, y quizás el aguantar entonces me haya hecho la persona que soy.
Puede ser que en aquellos días, y en los que vinieron posteriormente en nuevas detenciones se forjó mi acero, me curtí definitivamente, quizás me prepararon para aguantar los envites de la vida. Por eso ahora al ver su cara, al recordar sus interrogatorios, sus “métodos”, la piscina, la bolsa, los siento aún en mis carnes, en mi memoria y me repugna aún más la tortura como método de interrogatorio.
Desde aquí alzo mi voz contra ella, la manera más degradante que tiene de manifestarse el ser humano, más aún si se llega a practicar desde instituciones del estado.
Recuerdo ahora de nuevo cuando Billy “actuaba” dando fuertes golpes en mi nuca situado justo detrás mía y uno de sus compañeros le decía “ten cuidado que se te va a ir la mano otra vez y lo vas a matar”, resuenan esas palabras en mi mente, las heridas se reabren, y las recuerdo como si fueran ahora, y cuando él respondía cínicamente “no importa, hacemos como con Ruano, lo tiramos por la ventana y decimos que se quería escapar”, rememorando así la muerte de otro compañero de lucha supuestamente asesinado en los interrogatorios y luego lanzado por una ventana para disimularlo.
Hoy pienso en Enrique, en todos los Enriques que dejamos por el camino, como un homenaje a quienes lucharon codo con codo conmigo y se lo recuerdo a los representantes de PSOE y Podemos que hoy han votado en el Parlamento traicionando la memoria de esas víctimas.
Hoy estamos en otro tiempo, pero esta tarde de invierno vienen a mi memoria aquellos duros momentos, aquellos días, aquellos interrogatorios crueles, aquellas gentes, con sensaciones profundas, muy profundas, y alguna lágrima asomando por mis ojos.
Veo a quien fue mi abogada de entonces; Cristina Almeida, con la que luego me unió una gran amistad.
Solo espero y deseo que a esa “persona” -por denominarlo de alguna manera-, tenga al fin lo que se merece, aunque desde luego esta tarde lo dude aún con más razón.
Hago un llamamiento a la izquierda, al PSOE y Podemos, a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que tiene ahora la oportunidad de liderar que se haga justicia con gentes que ahora luchamos por la democracia sin fallarnos, dando la talla y no como hoy.
Les emplazo a que no exista de nuevo un silencio cómplice, que rompan con ataduras del pasado y estén en el lugar que deben situarse como partidos de izquierdas.
Se lo reclamo, se lo exijo, se lo exigimos todas y cada una de sus víctimas.
Esta tarde nos han fallado y por eso me siento, nos sentimos decepcionados, pero tiene la posibilidad de enmendar su terrible error, no sólo pidiendo excusas sino desde la acción inmediata.
Veremos…