El Caso | Lunes 03 de agosto de 2020
Un equipo de investigadores ha dado al traste con una teoría que nos hemos creído todos hasta ahora: que la Tierra se congeló en lo que se conoce como 'Younger Dryas' hace 13.000 años por un meteorito. Sin embargo, la respuesta parecía estar en una cueva del centro de Texas...
Los investigadores señalan que las temperaturas bajaron en unos 3 grados centígrados en todo el mundo, coincidiendo con una serie de erupciones volcánicas, tal y como afirma Science Advances. Un equipo de la Universidad de Houston, la Universidad de Baylor y la Universidad de Texas ha encontrado firmas geoquímicas únicas de antiguas erupciones volcánicas, confundidas con impactos extraterrestres.
"Este trabajo muestra que la firma geoquímica asociada con el evento de enfriamiento no es única, sino que ocurrió cuatro veces entre 9.000 y 15.000 años atrás –señala Alan Brandon, profesor de Geociencias de la Universidad de Houston–. Por lo tanto, el desencadenante de este evento de enfriamiento no vino del espacio. La evidencia geoquímica previa de un gran meteorito explotando en la atmósfera refleja un período de grandes erupciones volcánicas".
Cuando un volcán entra erupción, la propagación de aerosoles refleja la radiación solar, lo que puede llevar a un enfriamiento global posterior a la erupción durante uno a cinco años. El estudio indica que este episodio, conocido como 'Dryas Reciente', fue causado por "numerosos procesos coincidentes basados en la Tierra", y no por un impacto extraterrestre como se pensaba.
"El 'Dryas Reciente', que ocurrió hace unos 13.000 años, interrumpió el calentamiento distintivo al final de la última edad de hielo", anuncia el coautor Steven Forman, profesor de Geociencias en la Universidad de Baylor.
"Este período de enfriamiento rápido está asociado con la extinción de varias especies, incluidos los mamuts y los mastodontes, y coincide con la aparición de los primeros ocupantes humanos de la tradición Clovis", recuerda el Michael Waters, director del Centro para los primeros estadounidenses en la Universidad de Texas A&M.
Tras realizar el análisis isotópico de los sedimentos recolectados de la Cueva de Hall en el Texas Hill Country, se centraron en mediciones en las partes por billón de osmio y niveles de elementos altamente siderófilos, que incluyen elementos como iridio, rutenio, platino, paladio y renio. Determinaron que los elementos en los sedimentos de Texas no estaban presentes en las proporciones relativas correctas que un meteorito o asteroide había agregado a la Tierra.
"La firma del análisis de isótopos de osmio y la proporción relativa de los elementos coincidieron con los reportados previamente en gases volcánicos", señalan.
Por otra parte, Kenneth Befus, vulcanólogo de la Universidad de Baylor, apunta que "estas firmas probablemente fueron el resultado de grandes erupciones en todo el Hemisferio norte, incluidos volcanes en las Aleutianas, cascadas e incluso Europa".
"Estaba escéptico. Tomamos todas las vías posibles para llegar a una explicación alternativa o incluso evitar esta conclusión –reconoce Brandon–. Una erupción volcánica se consideró una posible explicación, pero en general se descartó porque no había una huella geoquímica asociada".
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