Un informe publicado en la revista Science demuestra la posibilidad de transmisión del virus SARS-CoV-2 a través de los sistemas de tuberías de los edificios. Esta forma de contagio puede estar detrás de un brote surgido en un edificio residencial de Guangzhou (China). Los investigadores, además, no descartan que esta fuera una de las causas que contribuyese a la expansión de la pandemia.
Los indicios de la investigación nacen de un brote ocurrido en Amoy Gardens, un bloque de apartamentos de Hong Kong, donde en 2003 llegó a haber más de 300 contagiados por el virus SARS. Los vecinos enfermaron al inhalar el virus tras secarse los desagües de los apartamentos. Los agentes naturales pudieron, incluso, llevar el virus a los edificios colindantes. Mediante esta hipótesis trata de explicarse la abundante cifra de contagios acaecida en Nueva York al comenzar la pandemia.
El estudio, además, advierte de la posibilidad de infectarse por medio de las heces. Aunque “no es algo de lo que a la gente le guste hablar”, como declara Joseph Allen, experto en edificios de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, hay estudios que no permiten desechar la posibilidad por completo. Y es que varios investigadores han demostrado la presencia de ARN de SARS-CoV-2 en muestras fecales de pacientes positivos en COVID-19, así como en los baños de los hospitales. Acciones tan cotidianas como tirar de la cadena pueden poner a una persona en riesgo de contagio, ya que las partículas de virus podrían levantarse muy por encima del asiento.
Por otro lado, otros científicos afirman que el líquido intestinal neutraliza el virus y que, aunque pudiera existir la posibilidad de contagiarse por esta vía, el riesgo de propagación sería “bajo”. Otra cuestión distinta sería la presencia del virus en las aguas residuales: “Cuando los desechos humanos llegan a un desagüe de alcantarillado, es probable que cualquier virus potencialmente intacto esté demasiado diluido para ser infeccioso”, afirma Jordan Peccia, ingeniero ambiental de la Universidad de Yale.
No obstante, para evitar correr el riesgo y frenar la expansión vírica, los expertos recomiendan lavarse las manos, desinfectar el inodoro tras su uso o tirar de la cadena con la tapa bajada.