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¿Padres sobreprotectores? Cuidado, vivirás menos...

Coco Leopoldo | Martes 14 de febrero de 2023
Los varones que tuvieron una relación de sobreprotección con su padre, con pérdida de autonomía durante su infancia y su adolescencia, estaban sujetos a un riesgo un 12 % mayor de morir antes de los 80 años que aquellos que no tenían un padre controlador. Entre las mujeres, este riesgo fue aún mayor: las que informaron que tenían un padre autoritario y sobreprotector estaban sujetas a un riesgo un 22 % mayor de morirse antes de los 80 años.

Por otra parte, las mujeres que durante su infancia y su adolescencia recibieron un alto nivel de cuidado de una madre presente exhibieron un riesgo un 14 % menor de morir prematuramente que las que estuvieron desatendidas. Otro dato interesante al respecto del impacto de la relación parental sobre la longevidad indica que los hombres que pasaron su infancia o su adolescencia viviendo solamente con uno de sus progenitores exhibieron un riesgo un 179 % mayor de morirse antes de los 80 años cuando se los comparó con aquellos que vivieron con ambos padres.

Estos fueron los resultados de una investigación realizada con casi mil ancianos británicos en el marco del Estudio Longitudinal de Salud de Inglaterra (Elsa, por sus siglas en inglés). Y los referidos datos los dieron a conocer en la revista Scientific Reports investigadores de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), en Brasil, y de la University College London (UCL), en el Reino Unido. Cabe remarcar que los participantes incluidos en este análisis nacieron durante las décadas de 1950 y 1960. “Estos resultados conforman un retrato de individuos que hoy en día tendrían una edad más avanzada. Por ende, esto no significa que obtendríamos resultados iguales con la generación actual”, afirma Tiago Silva Alexandre, docente del Departamento de Gerontología de la UFSCar y coordinador de la investigación. Con el apoyo de la FAPESP, los científicos analizaron 941 casos de defunción (445 mujeres y 496 varones) entre los participantes en el Elsa.

Antes de morir, los voluntarios habían contestado un cuestionario con información sobre su estructura familiar, las condiciones de vivienda, la ocupación del jefe de familia, la existencia de enfermedades infecciosas y la relación con los padres (cuidado y protección) durante su infancia y su adolescencia. Al correlacionar la información recabada en los cuestionarios con los datos de defunción, los investigadores brasileños lograron cuantificar el impacto de la relación parental sobre la longevidad.

“Lo más interesante de nuestro trabajo reside en que conseguimos demostrar en cifras aquello que ha venido debatiéndose desde hace algunos años sobre la parentalidad. Las relaciones de cuidado y afecto con el padre y con la madre durante la infancia y la adolescencia tienen repercusiones durante toda la vida, e incluso impactan, tal como lo demostramos, en lo concerniente a la longevidad. Con los resultados de nuestro estudio, comprobamos que las condiciones en la infancia deben ser muy bien atendidas y apoyadas mediante políticas públicas para arribar a una buena vejez”, sostiene Silva Alexandre.

Los estudios en el área de psicología y parentalidad han venido señalando que tanto las relaciones autoritarias (o extremadamente rígidas) como aquellas negligentes (o permisivas) pueden ser perjudiciales para la formación del individuo. “Se trata de encontrar algo situado a mitad de camino. No ser intrusivo a punto tal de hacer que el niño o el adolescente pierda su autonomía, ni tampoco negligente y distante emocionalmente de los hijos. Este tema del cuidado que abordamos en este estudio consiste precisamente en no desatender, cuidar con celo, estar presente, pero no sobreproteger”, explica Aline Fernanda de Souza Canelada, quien participó en la investigación durante su maestría.

Se trata del primer estudio en el que se verifica de qué manera la ausencia o la mala relación con los padres puede menguar la longevidad. “El niño y el adolescente requieren de la ayuda de los padres, pero no de una manera intrusiva. Los estudios en el área de la psicología muestran que estas relaciones parentales, aparte de restarles autonomía a los hijos, terminan por debilitarse, pues los hijos les tienen miedo a sus padres. Esto trae aparejadas diversas condiciones, que van desde hábitos no sanos –hay estudios que muestran un mayor riesgo de consumo abusivo de alcohol y drogas– hasta cuestiones psicológicas como el aumento del estrés, sumamente asociado a la disminución de la longevidad”, afirma De Souza Canelada.

De la misma manera, el riesgo menor de las mujeres que fueron objeto de un alto nivel de cuidado de sus madres puede estar asociado a un bajo nivel de estrés en la infancia y, por consiguiente, en el transcurso de sus vidas. De acuerdo con los resultados de este estudio, el padre no estuvo asociado al alto nivel de cuidado: solamente lo fue la madre. “Sabemos por estudios del área de la psicología que todos estos fenómenos relacionados con la relación parental tienen influjo sobre la conducta. Existe una teoría que relaciona esto con el estrés. Las personas que fueron desatendidas pueden estar viviendo un determinado nivel de estrés a lo largo de sus vidas debido a esas condiciones del pasado, que van generando reflejos. Esto eleva las probabilidades de que desarrollen enfermedades”, afirma Da Silva Alexandre.

Los análisis de mortalidad precoz realizados por los investigadores son independientes de las condiciones de enfermedad y de edad. “Sucede que no sería correcto adjudicarle a un hecho del pasado el aumento del riesgo de morir tempranamente sin considerar la presencia de enfermedades y problemas que la persona padece en la vejez. Por eso controlamos esas variables e, independientemente de las condiciones de salud de la persona al momento de la vejez, las cuestiones pretéritas de la infancia aparecieron asociadas a una mortalidad precoz”, explica el investigador.

La generación posguerra

Si bien la investigación retrata lo que sucedió con la generación nacida inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, no es posible afirmar con seguridad que la realidad de generaciones más recientes sería muy distinta, a juicio de los científicos. “Sabemos que, en los días actuales, los padres sobreprotegen a los hijos de una manera diferente, y es posible que esto también tenga un impacto. Es otro tipo de relación, pero que también tiene sus fragilidades”, dice Da Silva Alexandre.

Este es el caso del resultado sobre el impacto de vivir únicamente con el padre o con la madre. En el estudio, entre los varones que pasaron su infancia o su adolescencia viviendo solamente con uno de sus progenitores se registró un riesgo un 179 % más alto de morir antes de los 80 años. “En este caso, existen cuestiones culturales y sociales que quizá hayan impactado más que hoy en día. El tema de los padres separados era algo tratado de manera diferente en el pasado y, para el hijo varón, podría ser algo más difícil. No hay manera de saber de qué modo esto transcurriría en la actualidad, con la sociedad que tenemos actualmente, pero en referencia a personas que nacieran en las décadas de 1950 y 1960, era mucho más pesado para el sexo masculino, tal como lo demuestra el estudio”, afirma el docente de la UFSCar.

Otro aspecto interesante reside en la diferencia entre los géneros en lo concerniente al impacto de la ausencia y de la mala relación parental en la longevidad. Los padres sobreprotectores generaron un impacto mayor sobre la longevidad de hijas mujeres. Del mismo modo, las madres presentes repercutieron de manera positiva únicamente en la longevidad de las hijas. De Souza Canelada explica que las mujeres parecen ser más propensas a internalizar emociones negativas, por eso padecen con mayor frecuencia trastornos mentales. En tanto, los varones parecen exhibir una mayor propensión al alcoholismo y al consumo de drogas. "De cualquier manera, ambos factores se encuentran altamente relacionados con la longevidad”, puntualiza la investigadora.

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