La magistrada presidenta del Tribunal del Jurado indica en la resolución que, a continuación, amordazó a su proveedor de droga, lo ató de pies y manos, le colocó un chaleco encima del rostro y huyó, llevándose el móvil y las llaves de la casa de la víctima. “Conocía el riesgo de que podía causarle la muerte al bloquearle la respiración, aunque este resultado no fuera el deseado, y aun así decidió hacerlo”, subraya en la sentencia, en la que destaca que la agresión se produjo “por detrás, cuando el afectado se encontraba sentado, cenando y con la boca llena, y ajeno a lo que iba a suceder, de manera que no tuvo ocasión de defenderse”. El acusado, una vez detenido y durante el curso de la investigación, reconoció parcialmente los hechos y ayudó a recuperar el terminal y las llaves del fallecido, por lo que se ha tenido en cuenta la atenuante de confesión.
En la resolución, señala que el acusado estaba diagnosticado de un trastorno de personalidad con déficit de control de impulsos y de un trastorno por uso de sustancias (principalmente alcohol y cocaína), que, en el momento de los hechos, según entendió acreditado el Tribunal del Jurado, “mermaba levemente su capacidad para darse cuenta de lo que hacía o para actuar de acuerdo con dicha comprensión”, por ello, se le ha aplicado la atenuante de drogadicción. El fallo no es firme, pues contra ella cabe presentar recurso ante el TSXG.