No participó en el asesinato pero sabía lo que estaba pasando, o así lo cree la policía, que no puede hacer nada para que la mujer de un asesino reciba el dinero de su víctima.
Hace ya diez años Robert Burkell mató a Charles Bertheas, de 81 años, “rompiendo su cráneo como una cáscara de huevo”.
El móvil no era otro que el dinero, del que no podrá disfrutar nunca, pues fue condenado a cadena perpetua. Pero al parecer, su mujer sí.
Susan, una apacible residente de Lauderhill, va a heredar más de 214.000 dólares de la víctima, a pesar de contar con una gran familia de ocho hermanos. ¿El motivo? Bertheas había designado como co-beneficiarios de sus cuentas en el Bank of America a aquellos que acabarían poco más tarde con su vida.
Una víctima, una injusticia
La culpable de todo este lío es la, una vez más, inconclusa ley de Florida, que sí prohíbe que “asesinos convictos reciban propiedades u otros beneficios por la muerte de su víctima”. Sin embargo, la ley no se extiende a cónyuges ni allegados, considerándolos “circunstancias ajenas a su crimen”.
El fiscal estatal no daba crédito a las palabras de la defensa de la señorara Burkell, considerando el suceso “una farsa” quejándose de que “ella se va a beneficiar del crimen de su marido. Esto da asco”.
Sin embargo, la policía de Broward salió al paso de las acusaciones indirectas del fiscal y en boca del detective Tim Duggan alcanzamos a escuchar: “No pudimos demostrar que ella estuviera involucrada en el asesinato. Lo único que podemos decir es que no había manera de que ella no supiera lo que estaba pasando, pues se fue poco antes de que ocurriera el brutal asesinato”.
“Mi marido no tuvo la culpa”
Mary Susan Burkell, de 63 años, continúa asegurando que los fiscales y la policía están totalmente equivocados. “Mi esposo fue condenado erróneamente por el asesinato de Bertheas y ahora Holden y Duggan me están difamando falsamente”.
Cabizbaja, seria, y con los ojos empapados en lágrimas, la esposa del asesino apenas podía articular palabra: “¿Dijeron que yo sabía lo que estaba pasando? Vaya par. Vaya par. No. Eso no es correcto. Han estado fantaseando sobre esto durante mucho tiempo. No sé cómo pueden dormir en paz”.
Justicia injusta
Hasta ahora, el dinero de Bertheas ha sido custodiado por el Departamento de Servicios Financieros de la Florida, otorgándoselo finalmente, con orden incluida, a Susan Burkell, a fecha de 21 de marzo.
SRS Internacional, que cobrará una comisión del 20 por ciento tras reclamar la propiedad del dinero por parte de la esposa de Burkell, se enfrenta a la apelación por parte de Marc Bertheas, que se opone a la concesión de la herencia.
Sin embargo, las intenciones del familiar del asesinado se han visto mermadas por el propio departamento, pues recibió su carta, con sello del 19 de abril, demasiado tarde: un día después de que venciese la fecha límite.
“Desafortunadamente, el período de tiempo referenciado ha expirado y el departamento ha tomado medidas para otorgar los fondos de propiedad no reclamada de acuerdo con la orden final”, informó a Marc Bertheas la abogada de Servicios Financieros, Kate Pingolt Cotner.
El suceso
Charles Bertheas murió el 23 de noviembre de 2003 en el salón de la casa que alquilaba a los Burkell. Robert Burkell, ahora de 64 años, llamó a la policía esa tarde, después de haber hallado el cadáver. Bertheas llevaba muerto por lo menos varias horas.
Burkell declaró a la policía que había visto por última vez a Bertheas la noche anterior, cuando cenaron juntos en un bar de Sawgrass Mills. Dijo que pensaba que podía haberse golpeado la cabeza en una caída causada por la ebriedad.
Sin embargo, “un gran charco de sangre” alrededor del cuerpo y la observación hecha por un detective de “considerables traumas en la cara y la cabeza de la víctima”, motivaron sospechas. La oficina del médico forense clasificó posteriormente la muerte como un homicidio y lo atribuyó a un traumatismo. El arma utilizada por el asesino para aplastarle la cabeza a Bertheas nunca fue identificada.
Un motivo más que evidente
Burkell había “falsificado un cheque de $10,000 en nombre del Sr. Bertheas” la noche antes del asesinato, según Duggan. No fue hasta más tarde cuando la policía se enteró de que Bertheas había designado a Robert y Susan Burkell beneficiarios de cuentas que contenían $280,000 en ahorros en el momento de su muerte, según los registros.
No se encontraron señales de entrada forzada o de lucha en la casa y no faltaban objetos de valor. El ADN de la víctima fue descubierto en manchas de sangre en una alfombra del baño y en la encimera del baño principal –un lugar que, según Susan Burkell declaró más tarde, solo ella y su esposo utilizaban. Del mismo modo, dos huellas de pies desnudos manchados de sangre seca adyacentes al cuerpo, correspondieron a Robert Burkell, dicen los registros.
Reincidente
Burkell fue detenido dos días antes de Navidad. No fue su primer arresto por asesinato. El detective Duggan dijo que en 1986 Burkell confesó haber matado a golpes a William Yalden, un hombre de negocios de Geneva, Nueva York, cuyo cuerpo fue encontrado en un campo de maíz de Ohio, “de la misma manera que mató a Bertheas”. La confesión de Burkell fue desestimada antes del juicio.