Miércoles 22 de octubre de 2014
Walter Darío Alfano (46) había desaparecido el viernes pasado. Después del mediodía había ido a entregar un Ford Falcon, modelo 1983, a un supuesto comprador, un joven que vive con su padre a sólo 400 metros de su casa en Los Polvorines, partido de Malvinas Argentinas. Pero Walter nunca regresó tras la transacción comercial que le había adelantado a su esposa, Hebe.
La mujer se enteró de la desaparición porque la llamaron del colegio para avisarle que su marido no había ido a buscar a sus tres hijos. Entonces hizo la denuncia y policías de la Bonaerense, con perros adiestrados, comenzaron la búsqueda.
Así encontraron a Walter muerto dentro de un pozo ciego, en la casa del joven que le iba a comprar el automóvil. Había sido asesinado de dos balazos –uno en la cabeza y otro en las costillas–. Tenía golpes en la cara y el cuerpo había sido tapado con piedras.
Cuando la Policía halló el cadáver, los habitantes de la casa ya no estaban. El padre del muchacho, identificado por la Policía como Miguel Angel Ortega (51), fue detenido recién ayer al mediodía cuando estaba a punto de entrar a un estudio jurídico para pedir asesoramiento. Su hijo, Brian (20), que se supone había hecho la gestión para comprar el viejo auto, estaba prófugo hasta anoche.
Según fuentes del caso, Walter le había comentado a su mujer, una empleada del municipio de Malvinas Argentinas, que el muchacho lo había ido a ver varias veces para comprarle el auto. Así habían acordado el viernes un pago de $6.000 por el Falcon.
“El asesino es un tarado. No sabe ser ni ladrón ni delincuente. Después de robarle, lo mata y lo deja escondido en su casa. No tiene nada en la cabeza”, le dijo indignado a Clarín Víctor Alfano, el papá de la víctima. El hombre tiene 84 años, fue periodista de agencias de noticias y ahora trabajaba junto a su hijo en una fumigadora en la que eran socios.
“Hace 15 años que hacíamos este trabajo los dos.
El era mi sostén porque yo, por mi edad, hacía sólo lo administrativo . Ahora me dejó solo por un imbécil, por uno o dos asesinos, aún no lo sé.
Lo que sé es que a mi hijo no lo recupero más ”, se lamentó Víctor.
Cerca de las 13.30 del viernes, Walter fue hasta la casa de Renacimiento 4233 para llevar el Falcon. El chico le había pedido que lo condujera hasta allí porque él no manejaba y sí su papá. Pero a las 18, desde el Colegio Alemán, al que asisten los tres hijos de la víctima (dos varones y una nena de 13, 11 y 9 años), le avisaron a su esposa –llevaban 15 años de casados– que Walter llamativamente no los había ido a buscar.
“El era un hombre muy dedicado a sus hijos, por eso nos pareció muy extraño. Y cuando no vino pensamos que lo habían secuestrado, que había sido asaltado y lastimado, que algo le podía haber pasado”, contó el padre.
Walter tenía una hijastra que vivía con él. La chica dijo que su mamá fue enseguida a preguntar por el paradero del hombre a las personas que iban a comprarle el auto. “Cuando fue, el chico le dijo que habían hecho la operación y después se había ido y no lo había visto”, comentó la joven.
Víctor agregó que ese muchacho fue el sábado a la tarde a mostrarle a la familia que tenía el papel escrito y firmado por Walter por la compra del auto . El Falcon incluso estaba estacionado a unos 80 metros de la casa donde el muchacho vive de toda la vida con su papá. Estaba cerrado con llave y sin ningún signo que despertara sospechas de que algo malo había ocurrido.
Por otro lado, un investigador precisó que “ el tiro que le dieron a Walter en las costillas fue con el arma apoyada, ya que en la ropa quedaron restos de pólvora ”.
Fuentes policiales creen que el autor material del disparo fue el muchacho y que su padre pudo haber colaborado en ocultar el cadáver. La familia descarta que Walter haya tenido deudas con ese joven y le hubiera entregado el auto como parte de pago, como sugirió un investigador.
“Esa gente destruyó una familia. Dejó a tres chicos sin padre. Son tarados. Lo único que quiero es que vayan presos, que no busquen artilugios para absolverlos.
Que se pudran en la cárcel porque nos arruinaron . Nada me conforma, ni perpetua”, enfatizó el papá.
El hombre ya había perdido hace diez años a otra hija abogada por una enfermedad. Tiene otras dos hijas mujeres, diez nietos y cinco bisnietos. “Esos chicos y mi mujer, con la que llevamos 61 años de casados, son los que ahora me dan fuerzas para seguir y pedir justicia”, recalcó Víctor.
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