El hombre falleció de un ataque de asma y desde entonces, su mujer que lo echa de menos, come sus cenizas para sentirle con ella.
Al ser consultada sobre el sabor que posee su extraña dieta, ella asegura que tiene gusto a: huevos podridos, arena y papel de lija.
Casie acude a distintas terapias en busca de una solución.