Se produjo un intenso tiroteo, a consecuencia del que perecieron todos los miembros de su partida. Una vez más, Sabaté logró huir valiéndose de una estratagema. Soltó primero una vaca y se protegió con ella. El animal cayó abatido a pocos metros de la casa y Quico regresó herido en el cuello. Se aplicó una gasa con esparadrapo y lo intentó nuevamente con otra vaca que quedaba en el establo. Consiguió escapar, tras un breve tiroteo, en el que resultó herido en una nalga y en un pie.
Pudo cruzar el rio Ter casi de modo milagroso, pues llevaba tres balazos encima. Después llegó a las proximidades de Fornells de la Selva, donde buscó auxilio en una casa. No le abrieron la puerta. Entonces decidió subir a un tren con destino a la Ciudad Condal. Pistola en mano y metralleta al hombro amenazó al maquinista y al fogonero para que no pararan hasta la capital catalana. Se comió los bocadillos de ambos y estuvo presto al cambio de máquina para saltar de una a la otra. Dado que en Sant Celoni había que efectuar un cruce, cuando el vehículo disminuyó la velocidad, un kilómetro antes de llegar a la estación, el maquis saltó a la vía. En cuanto se detuvo el tren el personal informó a la Benemérita de lo que estaba sucediendo. El fugitivo buscaba desesperadamente un médico que lo atendiera. De pronto fue sorprendido por fuerzas del orden con apoyo de miembros del somatén. Uno de estos, Abel Rocha Sanz, lo ametralló a quemarropa. Tenía 44 años cuando murió.
El Caso había publicado amplia información sobre su búsqueda, tal como se muestra en el facsímil adjunto. Su fundador, Eugenio Suárez, tras la muerte del maqui escribió una crónica, elaborada al estilo imperante, glosando la heroica actuación de la Benemérita y las fechorías del último bandolero español. A raíz de ello se le instruyó un severo expediente y fue cesado al frente del semanario.
El director general de Prensa, Adolfo Muñoz Alonso, argüía que era improcedente porque «el hecho coincide con una amplia campaña en la prensa extranjera tratando de presentar el incidente como de carácter político y a lo que, sin duda, ha contribuido directamente usted». Resolución administrativa inapelable en base a una ley dictada en plena guerra civil y que seguía en vigor 22 años después. Así era la censura y la imponían los torquemadas.