El público asistente, que parece no preocuparse por la integridad el pequeño, aplaude este espectáculo que se cree que podría ser una manera de poner a prueba la fortaleza del bebé. En el caso de que se tratase de un bebé real, cosa que algunos ponen en duda, habría muchas posibilidades de que sufriera graves daños que podrían ser irreversibles, incluso la muerte.
Este tipo de ceremonias, con cierto componente religioso, son comunes aún en muchos lugares del planeta. En 2012, la noticia de otro peligroso ritual indio con niños pequeños como protagonistas dio la vuelta al mundo. En la región de Kamataka, frente a un público multitudinario, un sacerdote tiraba a varios bebés desde una azotea a 10 metros de altura a una sábana sostenida por varios hombres para frenar la caída. En aquella ocasión, la iniciación tenía como fin dotar de buena suerte, salud y prosperidad a los pequeños.