Era un día cualquiera, pero no sabía que se convertiría en uno de esos para el olvido. Una vecina de la localidad bonaerense de Rafael Castillo, en La Matanza, salvó con una llamada a emergencias la vida de un bebé recién nacido.
¿La madre? Una adolescente de 15 años, que acababa de enterrarlo vivo en un hoyo de al menos 10 centímetros de profundidad, tapado con unas láminas de chapa.
La vecina escuchó los gritos de la niña en el domicilio y luego el llanto de un bebé. Al rato, dejó de oír el llanto tan claro. Lo empezó a oír más apaciguado.
Intranquila, pidió a un obrero que se encontraba cerca que mirase por encima del muro que separa su casa de la de sus vecinos, aunque no vio nada más que unas chapas metálicas en el patio.
Tras una llamada a la Policía, los servicios de emergencia no tardaron en llegar y encontraron a la adolescente sola en la casa. Aunque al principio no dieron con el bebé, las indicaciones de la vecina fueron clave para que el recién nacido, de unos tres kilos, enterrado vivo en el patio, fuera descubierto.
Ambos fueron trasladados a un hospital de la localidad y su estado es estable aunque el recién nacido necesita respiración asistida. Los padres de la menor, tal y como advirtió la vecina, desconocían el embarazo de su hija.