Fuentes policiales han confirmado que cuando el asesino, identificado como Devin P. Kelley, salía de la iglesia, un vecino de la localidad le persiguió y disparó con su rifle. Acababa de matar a 26 personas y, tras una breve persecución, el tirador, un militar expulsado del Ejército por maltratar a su mujer e hijo, acababa muerto en su propio vehículo en una carretera cercana tras intentar escapar.
Por su parte, el sherif Joe Tackitt ha señalado que se disparó él mismo: "Sabemos que sus ex suegros, o suegros, acudían de vez en cuando a la iglesia [atacada]. El domingo no estaban". La tragedia ocurrió en plena misa, en la que Kelley irrumpió de improviso y disparó indiscriminadamente con una potente arma de fuego contra los asistentes.
Los vecinos oyeron al menos 20 disparos, aunque el número de muertos es mayor: dos de los fallecidos fueron encontrados fuera de la parroquia; 23 dentro. La víctima mortal restante murió en un hospital.
Cabe destacar que la iglesia atacada acostumbra a grabar en vídeo sus misas, por lo que investigadores del Estado de Texas afirmaron a medios estadounidenses que en el registro de la ceremonia encontrarán a buen seguro los detalles concretos del tiroteo: "Nunca te esperas que pase algo así. Mi corazón está roto", dijo a la prensa el concejal Albert Gómez.
Donald Trump, que se encuentra de visita oficial en Japón, ha calificado de "espeluznante" el tiroteo y ha enviado su apoyo a las víctimas: "Los estadounidenses harán lo que mejor saben hacer: nos uniremos y a través de las lágrimas y la tristeza permaneceremos fuertes".
Abbott, el gobernador de Texas, ha ofrecido sus condolencias y ha considerado el ataque como un “acto del mal”. El senador republicano y excandidato presidencial, Ted Cruz, también ha expresado en las redes sociales su solidaridad con las víctimas.