Sin embargo, el presunto autor del crimen cometió un gravísimo error: se llevó el arma y, además, la escondió en la propiedad de un familiar.
Oscar Parma, de 25 años, fue detenido aunque las primeras pesquisas apuntan a que los problemas entre ellos no eran por la mujer con la que ambos mantenían una relación, como cabía esperar, ya que ambos se dedicaban a la comercialización de estupefacientes.
Tras el aviso de los vecinos a la policía, los agentes llegaron al lugar de los hechos y hallaron a Arismendi muerto de un escopetazo en la cabeza. Todo parecía indicar que se trataba de un posible suicidio, pero en la escena del crimen faltaba un elemento clave: había un cuchillo, un cartucho de calibre 16 y varios perdigones cerca del cuerpo, pero no hallaban el arma.
Tras interrogar a la mujer, que se inclinaba por la hipótesis del suicidio, y con otro testigo, los agentes encontraron varias incongruencias, lo que llevó a continuar la investigación hasta encontrar el arma del crimen: estaba escondida en casa del primo del sospechoso.
Ante esto, la esposa de Arismendi cambió su versión de lo ocurrido y contó a los investigadores que ella había visto a Parma salir de la escena del crimen tras mantener una discusión con su marido, por lo que fue detenido por el delito de homicidio agravado por el uso de arma.