Sutcliffe, que ahora se apellidaba Coonan, tenía patologías previas y, aunque había dado positivo por coronavirus, rechazó el tratamiento, tal y como señalan medios locales.
Hay que echar la vista atrás, hasta finales de los años 70, cuanto generó verdadero terror en el norte de Inglaterra. Llegó a asesinar a 13 mujeres que, según él, pensaba que eran prostitutas y "debían morir", contando la menor de sus víctimas con 16 años de edad. Pero no se quedó ahí, ya que intentó acabar con la vida de otras siete, e incluso fue interrumpido prácticamente cuando iba a cometer el asesinato número 14.
La voz de Dios le ordenó que matase prostitutas
No fue hasta el año 1981 cuando la policía pudo finalmente detenerle, frenando así un nuevo intento de asesinato, ya que cerca del lugar de la detención se encontró un martillo y un cuchillo, con los que pretendía acabar con su acompañante.
Sutcliffe terminó por confesar sus crímenes aunque intentó defenderse diciendo que de joven, cuando ejercía de enterrador, Dios le dijo que tenía que matar a prostitutas, de hecho padecía esquizofrenia paranoide, aunque esto no impidió que se le imputase cadena perpetua por sus crímenes.