Desde la madrugada, el caudal del Adaja ha alcanzado niveles excepcionales, superando con creces lo habitual para esta época del año. Las autoridades locales, encabezadas por el alcalde Jesús Manuel Sánchez Cabrera, han trabajado sin descanso para gestionar una situación que ha puesto en jaque a los servicios de emergencia. Policía Local, Bomberos y Protección Civil se han desplegado en la zona, asistiendo a los vecinos y coordinando el desvío del tráfico en puntos clave como la carretera AV-900, cerrada entre las glorietas de la Plaza de Toros y Derechos Humanos.
En urbanizaciones como las situadas en las calles Obispo Acuña, Maldonado y Padilla, los residentes han pasado la noche en vela, muchos de ellos sacando apresuradamente sus vehículos de los garajes ante la rápida subida del agua. "No podíamos creer lo que veíamos. El agua llegaba hasta las rodillas en cuestión de minutos", relató Teresa Gómez, vecino de la zona. A pocos metros, el emblemático coso taurino se alzaba como testigo de un paisaje irreconocible, con el parque anexo y las áreas deportivas completamente sumergidas.
El puente del Papa, en la carretera N-403, también ha sido clausurado al tráfico, mientras que la pasarela peatonal sobre el río Chico, afluente del Adaja, permanece inutilizable, engullida por las aguas. Francisco Ruiz, otro residente afectado, expresó su frustración: "Esto es un desastre. Nadie esperaba que el río subiera tanto tan rápido". En el parque de El Soto, al otro lado de la carretera de Burgohondo, el agua ha cubierto zonas de recreo y ha dejado a su paso un rastro de lodo y destrozos.
Las previsiones meteorológicas no ofrecen tregua. Con más lluvias anunciadas para la tarde, Sánchez Cabrera no descarta nuevas medidas de emergencia, incluyendo posibles evacuaciones si la situación se agrava. Mientras tanto, los equipos municipales continúan monitorizando el caudal del río y trabajando para despejar las calles afectadas, aunque la magnitud de la crecida dificulta las labores.
La zona sur de Ávila, conocida por su tranquilidad, se enfrenta hoy a una realidad insólita. Los vecinos, entre la impotencia y la esperanza, aguardan a que las aguas retrocedan, mientras el Adaja sigue recordando su fuerza implacable en esta jornada que ya se perfila como histórica.
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