Un atracador disparó a su víctima y las balas rebotaron
domingo 25 de octubre de 2015, 13:08h
Mientras aguarda en la caja de un pequeño supermercado de Montevideo, Uruguay, un delincuente entra y le roba el dinero. O mejor dicho: el cliente le entrega por voluntad propia el dinero que tenía en su poder y luego -a través de gestos que se ven en el vídeo- le comunica al ladrón que no tiene nada más.
Después llegan los disparos: uno en la cabeza y otro, que se ve con más claridad, en el abdomen. Los dos tiros no le mataron.
¿Por qué dos disparos tan cercanos no le causaron la muerte o le hirieron de gravedad? Gustavo Hernandorena, integrante del Departamento de Balística de la Policía, explicó a El Observador que seguramente los cartuchos estaban en "mal estado", debido a que eran viejos, a la humedad o a que se degradó la pólvora.
Si bien el jefe policial no intervino en este hecho puntual, conoce del tema por la experiencia de "miles de casos" que las balas salen con poca fuerza o directamente "no hay pólvora" para que salgan del revólver.
"La velocidad mínima para perforar la piel es de 45 metros por segundo, mientras que para atravesar el hueso es de entre 61 y 70 metros por segundo", indicó Hernandorena, y agregó además que un revólver estándar puede llegar a velocidades de 380 metros por segundo; y un 22, a 514. La persona que recibió los disparos se salvó por el estado de los cartuchos: los proyectiles viajaron a muy poca velocidad y en vez de atravesar la piel rebotaron.
Respecto a si se trataba de una pistola de balines, Hernandorena estimó que no, ya que este tipo de armas son más grandes.