Pese a que no es la primera vez que ocurre, este tipo de casos siempre nos saca una sonrisa. Puede que el tatuaje que llevas en el tobillo, o en la muñeca, te juegue una mala pasada en algún momento de tu vida. O si no, que se lo pregunten a Eric Judkins.
Después de que no apareciera en su centro de rehabilitación de New Hampshire desde hacía tres días, se lanzó una orden de búsqueda y captura de este preso, el cual cumplía condena por intentar agredir a un compañero.
Esta fue la descripción que se hizo del sujeto, que cumplía condena de 210 meses de prisión por el robo de un banco en 1999: hombre de 42 años, ojos marrones, cabeza afeitada, 1,70 de altura y unos 72 kilos de peso. Sin embargo, lo que más caracterizaba a Judkins es, sin duda, que lleva todo el cuerpo tatuado.
La policía no tardó en encontrar a Judkins en una vivienda en Howard, donde el preso se encontraba en compañía de otro individuo buscado por violar las condiciones de su libertad condicional.