Hospitales y clínicas, sanatorios, hogares de ancianos, clínicas gerontopsiquiátricas, salas pediátricas —incluso ambulancias— y otros centros de salud pueden convertirse en «caldo de cultivo» de eventos inexplicables. El psicólogo Alejandro Parra ha recopilado a lo largo de sus investigaciones cientos de experiencias humanas excepcionales que ha recogido en forma de libro, al que ha llamado ‘El último abrazo de despedida’.
Experiencias tales como visiones en pacientes a punto de morir, experiencias cercanas a la muerte (o experiencias fuera del cuerpo) o pacientes que se recuperan de forma súbita y total de enfermedades después de una intervención religiosa (como por ejemplo la oración) son eventos de los que muchas enfermeras han sido testigos.
Otras veces son las enfermeras mismas las que han tenido sus propias experiencias en un contexto hospitalario, tales como apariciones, coincidencias significativas, ver campos de energía, luces o “descargas eléctricas” en torno a —o saliendo de— un paciente hospitalizado, observar el comportamiento de animales (gatos, aves, moscas), observar el funcionamiento anómalo de equipos o instrumental médico, “saber” intuitivamente la enfermedad de un paciente o cuándo este fallecerá, o experiencias bajo condiciones de tratamiento especial, como Unidades de Terapia Intensiva, quirófanos, neonatología, hospitales de pediatría o neuropsiquiátricos.
Finalmente, otras enfermeras no han tenido ellas mismas ninguna experiencia, pero han escuchado o conocido personas confiables que les han relatado otros sucesos sorprendentes, lejos de toda lógica o razón.
Aunque el relato de estas y muchas otras experiencias podría atribuirse a fantasías o fabulaciones de un aburrido o estresado personal de enfermería —quizá como una válvula de escape para canalizar la tensión de una jornada laboral extenuante de pacientes quejosos, autoexigencia, médicos malhumorados o condiciones laborales deficitarias—, los profesionales de la enfermería no creen que estas experiencias sean ni raras ni sobrenaturales: “Convivimos casi a diario con estos testimonios... A menudo, incluso los médicos están sorprendidos. Pero lo más común es la regla que reza: ‘Ver, oír y callar’”, dice Claudia, una de las enfermeras entrevistadas.
En la actualidad, los cuidados paliativos están en la agenda médica y se está prestando atención a preguntas relacionadas con el tratamiento del dolor, la sedación paliativa y la eutanasia. Este es un gran paso. Sin embargo, morir es un proceso muy personal que está determinado por las creencias religiosas, convicciones espirituales, experiencias personales y antecedentes culturales. Tampoco este libro intenta romantizar la muerte ni negar el sufrimiento. Hay sufrimiento, y la muerte puede ser muy penosa. Con frecuencia hay una lucha en el lecho de muerte y morir supone una gran agitación para los seres queridos también. Naturalmente, no hay intención de negar o encubrir ningún sentimiento de dolor después de la pérdida de un ser querido. Lo que los cuidadores de hospicio pueden enseñarnos es cómo podemos desarrollar nuestra sensibilidad para reconocer estas experiencias en el lecho de muerte, cómo estar tranquilos cuando nuestros seres queridos están muriendo.
FENÓMENOS FÍSICOS
Una enfermera relató que mientras estaba sola preparando medicación para un paciente —que estaba en otra habitación— salió «volando» sobre su cabeza un Baxter de suero fisiológico: «Había cuatro baxters solamente. ¡No había forma alguna de que se moviera así!».
Otra enfermera en un hospital relata que estando en la guardia nocturna en el servicio de otorrinolaringología «escuchaba cómo se movían los instrumentos dentro de la bandeja en la que estaban... También que golpeaban la puerta del despacho de enfermería. Cuando iba a abrir, no había nadie».
Una enfermera que trabajaba en la Unidad de Terapia Intensiva en la noche y estaba totalmente sola, a punto de dormir, vio como un pie de suero perfectamente sostenido caía delante de ella: «Me levanté y lo acomodé. Ninguna puerta se movió, no había ventanas por donde corriera aire... En otra ocasión encontré, en esa misma habitación, todos los cajones abiertos».
Una enfermera relata un episodio singular en el sector de clínica médica del hospital: «Una noche, dos compañeras vienen corriendo aterradas relatando que las luces se encendían y apagaban y que les habían arrojado una silla. Comprobaron que no había gente a esa hora por los pasillos. Esa misma noche ocurrieron otros sucesos, en el mismo sector, por la madrugada, cuando unos treinta pacientes dormían. Las luces estaban apagadas, excepto la de nuestro despacho. Revisamos toda la internación y todos los pacientes dormían. Minutos después, fui nuevamente yo misma y tampoco vi nada. Mi compañera estaba aterrada y se quería escapar de la guardia...».
Un fenómeno común relatado por dos enfermeras trabajando en los quirófanos, por ejemplo, es el de camillas que se desplazan de lugar: «Las colocaba de nuevo en su sitio, pero cuando volvía minutos después, estaban nuevamente fuera [...] Las luces se encendían solas y se abrían los tubos de oxígeno, oía que golpeaban la puerta, salía a ver quién era, pero no había nadie [...] cajones que se abren y cierran...». A veces, estos episodios están en conexión con algún paciente aún vivo, pero en otras ocasiones, el personal médico está solo, o acompañado por uno o más colegas.
EXPERIENCIAS EN NIÑOS
Las experiencias relacionadas con niños no son demasiado diferentes a las de los adultos. De hecho, para los niños las visiones parecen ser tan reales, o incluso más, que la propia realidad. Numerosas enfermeras pediátricas relatan haber tenido experiencias donde los niños pacientes de cáncer u otras patologías, incluso accidentes, relatan visiones, escuchan música o sienten presencias o encuentros con ángeles. Médicos pediatras, e incluso niñeras o cuidadoras de pacientes pediátricos en su hogar, han sido testigos de estos eventos.
Las experiencias con niños pueden tener dos formas: protagonizar ellos mismos episodios inexplicables, o bien ser el objeto de las visiones por parte de pacientes adultos, en una gran variedad de formas y sensaciones (oír niños jugar o gritar, o tener visiones de niños). Aunque no hay una clasificación de las formas de estas visiones, numerosas enfermeras relataron que una costumbre común en los servicios de pediatría, cuando un bebé o un niño fallece, es abrir las ventanas en aquellas habitaciones donde las hay. Esta costumbre sugiere que su «alma inocente pueda retornar a la luz o se desprenda de su cuerpo físico». Marta, una enfermera con muchos años de práctica hospitalaria relató: «Las enfermeras más veteranas solían recomendárnoslo». Es frecuente sentir pellizcos en las piernas y pies, o toques, como si un niño pequeño estuviera pidiendo atención. Marta recordaba el caso de una enfermera colega que le dijo que, mientras trabajaba en un servicio oncológico del hospital pediátrico, derramó accidentalmente talco sobre el suelo, y cuando regresó de recoger unos instrumentos había encontrado diminutas huellas de pies de uno o varios niños. Se asustó mucho y de inmediato pasó un trapo mojado para limpiar.
A pesar de haber borrado una evidencia tan elocuente, algunas enfermeras relatan como anómalas numerosas resucitaciones de bebés prematuros. Licia, una enfermera pediátrica, recuerda su experiencia:
Era una paciente [prematura extrema] muy inestable, que requería reanimación. Pesaba unos setecientos gramos. Tuvo un paro, pero pese a nuestros intentos no pudimos reanimarla. Incluso estuvimos reanimando más tiempo que el dictado por el protocolo. Después de casi veinte minutos, se la declaró muerta. Típicamente, su rostro se transformó en marmolado. Al carecer de todo signo, dos enfermeras y yo, junto al neonatólogo, que corroboró su muerte, la dejamos en la bandeja para comunicarle el deceso a sus padres... Cuando el médico y nosotras reingresamos a la sala, encontramos a la bebé totalmente rosada, llorando, absolutamente llena de vida y, sobre todo, sin secuela neurológica alguna. Al menos desde mis conocimientos, esta resucitación espontánea carece de todo sentido para mí y no le hemos encontrado ninguna explicación hasta ahora.
ANIMALES QUE ANTICIPAN LA MUERTE
Una experiencia frecuente relatada por cuidadoras y enfermeras en asilos de ancianos es la conducta de algunos animales como, por ejemplo, aves y gatos en proximidad a la muerte de un paciente. Los animales parecen tener un sentido que les da información antes de que los humanos la reciban.
Rupert Sheldrake, que analizó 2.500 casos de comportamiento inexplicable en animales, distingue tres tipos principales: telepatía, sentido de la dirección (por ejemplo, animales que pueden retornar a su casa desde lugares a muchos kilómetros de distancia) y premoniciones (por ejemplo, animales que han anticipado desastres naturales y han huido de las áreas amenazadas). También encontré algunos testimonios de familiares de pacientes hospitalizados cuyos perros ladraban y estaban muy inquietos en cercanía al momento de la muerte de su dueño.
Una enfermera relata el caso de un gato que merodeaba en el parque del hospital y se paseaba por las ventanas de las habitaciones:
Algunos pacientes le daban de comer por las ventanas. Una noche, el gato estaba muy insistente por entrar a la habitación de Mary, una paciente traqueostomizada y, a pesar de que yo lo echaba, el gato insistía una y otra vez en entrar por la ventana. Al día siguiente, me enteré de que la paciente tuvo un paro cardiorrespiratorio y falleció [...] Incluso en algunas habitaciones, cuando el gato las visitaba, había que ver dónde estaba porque iba justo al servicio donde se hospedan los pacientes más graves, algunos de los cuales son terminales. El gato tenía la costumbre de dar vueltas alrededor de algún paciente y eso indicaba que alguien iba a morir. Por ejemplo, Ruda, una paciente que había tenido un accidente automovilístico y había quedado en estado vegetativo; el gato rondaba por la ventana de su habitación y la paciente, a los pocos minutos, falleció.
EL AUTOR ALEJANDRO PARRA
Alejandro Parra es psicólogo y doctor en psicología. Durante quince años fue editor de la Revista Argentina de Psicología Paranormal y desde 2006 del boletín electrónico Psi (E-boletin Psi). Desde 1993, es presidente de la Asociación Civil «Instituto de Psicología Paranormal» y la Agencia Latinoamericana de Información Psi. Es delegado de las revistas españolas Año/Cero y Más Allá. Autor de doce libros, entre los cuales destacan Fenómenos paranormales: Una introducción a los eventos sorprendentes o Sueños: Cómo interpretar sus mensajes.