La organización criminal les entregaba un manual donde se explicaban los pasos a seguir desde que embarcaban hasta su llegada al aeropuerto de Adolfo Suárez Madrid-Barajas. Se hacían pasar por menores de edad y, tras romper el pasaporte en el interior del avión para solicitar asilo, ya no eran retenidas en el aeropuerto sino que las trasladaban a centros de primera acogida de la Comunidad de Madrid a efectos de protección.